ENSALADA DE CUENTOS: 2 Me comería un niño





¡Me comería un niño!    Sylviane Donnio Ed. Alfaguara

 Todas las mañanas, Mamá cocodrilo le lleva a su hijito Aquiles hermosos plátanos para desayunar.
Y cada mañana le dice maravillada:
-¡Cómo estás creciendo, qué guapo eres y qué dientes tan preciosos tienes!
<<Es verdad>>, piensa Aquiles.
Pero una mañana, Aquiles no quiere comer nada.
Mamá cocodrilo se preocupa y le pregunta:
- ¿Seguro que no quieres comer nada? ¿No te apetece un delicioso plátano?
-No, gracias, mamá – contesta Aquiles-. Hoy preferiría comerme un niño.
-¡Qué disparate, Aquiles!- exclama asombrada Mamá Cocodrilo-. ¡En las plataneras crecen plátanos, no niños!
-Sí, ya lo sé, pero yo lo que quiero es comerme un niño.
Papá Cocodrilo interviene. Se va hasta el pueblo y le trae a su hijo una salchicha del tamaño de un camión.
-No, gracias, papá – le agradece Aquiles-. Yo hoy lo que quiero es comerme un niño.
-¡Pero, Aquiles, no hacen salchichas de niño! ¡Eso no existe!
-¡Y a mí qué me cuentas!- se enfada Aquiles-. ¡Yo lo que quiero es comerme un niño!
Afortunadamente Papá y Mamá Cocodrilo son muy astutos.
<<Nuestro Aquiles es un goloso>> se dicen.
<Le prepararemos una enorme tarta de chocolate y se olvidará por completo de ese capricho absurdo>>.
La tarta es fantástica.
-¡Uaaauuuhhh…!- exclama Aquiles; pero después suspira y lo piensa mejor-. No, la verdad es que yo hoy lo que quiero es comerme un niño.
Papá y Mamá Cocodrilo están desesperados. Lloran y se lamentan.
-¡Buaaahhh…! ¡Nuestro hijito Aquiles no quiere alimentarse! Aquiles se hace valiente aunque se siente débil, que es lo que a uno le pasa cuando no ha comido nada.
<<Un buen baño me sentará bien>>, piensa. Y baja hasta el río.
A la orilla del río está sentada una imprudente niña.
<<¡Bien, qué suerte! ¡Por fin voy a poder comerme un niño!>> se dice Aquiles agazapándose entre la hierba; abre bien la boca para enseñar los dientes como si fuera una bestia feroz dispuesta a saltar.
-¡Mira lo que tenemos aquí! – exclama la niña-. ¡Un cocodrilito! ¡Qué mono es! ¡Seguro que no ha comido nada, porque está muy flacucho!
Le agarra por la cola y le hace cosquillas en la tripa canturreando:<<Flaco flaquín, flaco flaquín…>>
Luego, cuando se cansa del juego, lo tira al río.
<<¡Vaya chasco!>>, piensa Aquiles. Y como está verdaderamente muerto de hambre, corre hacia sus padres gritando:
-¡Papá, Mamá! ¡Plátanos, por favor, deprisa! ¡Tengo que crecer y hacerme grande pronto! ¡Para poder comerme un niño!

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